Centro de Estudios Cognitivos
Departamento de Filosofía
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile
Hay ciertas premisas metafísicas y ciertos desiderata científicos no explícitamente declarados en el libro, que si se prueba que al menos no son falsos podrían llevar a pensar que algo como lo que Clark propone que debiera ser la mente, y las características de la ciencia que se ocupa de ella, podría ser plausible. Sin embargo, él no ha mostrado convincentemente ni siquiera que las hipótesis básicas de la ciencia cognitiva computacional representacional clásica sean falsas, solamente dice que no explican, entre otros, fenómenos tales como la conciencia fenomenal o la rapidez y eficiencia con que realizamos nuestras acciones cotidianas. Tampoco ha mostrado que las otras aproximaciones sean verdaderas --conexionismo, robótica, vida artificial, y cognición situada y distribuida--; solamente muestra que constituyen aproximaciones, para él más verosímiles que la clásica, aunque todavía parciales a la explicación de la conducta inteligente y que pueden, de algún modo, unificarse para dar cuenta de la mente, según los desiderata implícitos en el texto.
El problema, entonces, no es si el mindware es realmente el desorden que Clark cree ver en su caracterización de la naturaleza de la mente y la búsqueda de nuevos modos adecuados para abordarla. El tema de fondo parece ser cómo ordenar y dar sentido a la diversidad de concepciones que se oponen a la teoría representacional y computacional clásica. La bolsa desordenada y no reglamentada de trucos no parece ser tanto una característica esencial a la mente humana, sino más bien refleja la dificultad que tienen las concepciones opuestas al paradigma clásico para articular una nueva visión, unificada, coherente, y realmente explicativa de la mentalidad.
Por último, y para hacer justicia a los planteamientos filosóficos del autor, es conveniente advertir que hay, aunque la conclusión del libro no se siga al menos convincentemente de lo expresado en los capítulos precedentes que la fundamentan, como se dijo, ciertos desiderata que Clark ha intentado fundamentar y articular en sus tres libros anteriores [[1]]. Cuya aceptación podría llevar a pensar que una teoría de la mente humana como factor causal de la conducta inteligente, tal como la que propone Clark, es si no verdadera, al menos plausible. La pretensión general de Clark es que la ciencia cognitiva no se refiera a propiedades abstractas, sino que esta ligada a lo que él denomina cognición de mundo real y en tiempo real. Habría siete desiderata que aparentemente él considera que esta eventual ciencia de la mente debiera satisfacer. De acuerdo a estos, una ciencia de la mente adecuada debiera dar cuenta de que:
- La cognición humana tiene lugar en organismos biológicos sometidos a la evolución;
- La evolución ha operado en dichos organismos al modo del hojalatero y no del ingeniero de manera que las adaptaciones que han sido seleccionadas, han surgido en virtud de los dispositivos biológicos que históricamente esa especie de organismos ha adquirido, explotando las características de su entorno:
- La cognición es corporalizada, es decir, los dispositivos neurales no son los únicos que determinan el surgimiento de la conducta inteligente, sino también dispositivos sensoriales y motores que conectan directamente al organismo con el ambiente;
- La cognición corporalizada no solamente es dependiente de los dispositivos fisiológicos internos del organismo, sino que se constituye en virtud de las características ambientales, formando así una suerte de nicho ecológico-cognitivo del cual el organismo es parte;
- Para los organismos humanos la cognición es situada, es decir, los factores culturales ejercen una determinación importante sobre ésta;
- En tanto situada, la cognición también es distribuida, es decir, la coordinación entre los agentes es necesaria para una acción eficaz que conduzca a solucionar los problemas de supervivencia;
- La coordinación entre los agentes requiere de instrumentos y tecnologías que extiendan las capacidades cognitivas puramente biológicas de éstos, a los que Clark designa con el término wideware. El lenguaje sería el wideware por excelencia, y el que haría posible las actividades y productos cognitivos superiores tales como la ciencia y el arte.
No sería extraño que muchos lectores, provenientes especialmente del ámbito de las ciencias sociales y humanas, consideraran seriamente la aceptación de estos siete desiderata para constituir una ciencia cognitiva completa. Sin embargo, como repetidamente nos advierte Jerry Fodor, hay que resistir la compulsión a comprar teorías atractivas sin medir las consecuencias de la inversión. Es conveniente, pues, advertir al lector con algún detalle qué es lo que adquiría en caso de que sintiera la inclinación de invertir en el mindware clarkiano. Antes de ello, es conveniente hacer una breve recapitulación de lo hasta aquí expuesto.
La propuesta de Clark, más que una teoría, es, como dije en la sección anterior, un esquema de teoría unificada articulado sobre la base de lo que él considera hechos salientes de la cognición. Los hechos salientes ponen de manifiesto las insuficiencias del tipo de ciencia cognitiva que realizan los partidarios de la arquitectura cognitiva clásica y la necesidad de refundar la ciencia cognitiva sobre nuevas bases. Así, el esquema de teoría que Clark propone tiene también un sentido programático. Su programa intenta integrar en un marco unitario una serie de investigaciones parciales que comparten ciertas nociones muy generales, tales como corporalización, situacionalidad, incrustación (embeddedness) y distribución. Por otra parte, podría servir como un patrón general para inferir hipótesis más específicas en el campo de esta eventual ciencia de la cognición. No puede decirse, en consecuencia, que el mindware o la cognición extendida sea un marco de investigación con especificaciones claras en cuanto al dominio que cubre y a los supuestos metodológicos a los que se ciñen los investigadores. La metáfora que utiliza Clark de la cognición como una bolsa no reglamentada de trucos es un fiel reflejo de las teorías alternativas cuando se las considera en su conjunto. Hay que señalar, no obstante, que el gran mérito de Clark ha consistido en intentar poner la bases sobre las cuales podría unificarse la diversidad de enfoques alternativos de la cognición, en lo que se refiere a las especificaciones de dominio —qué es o qué podría ser la cognición— y a las prácticas metodológicas.
Los que deseen comprar el mindware de Clark tendrían que ocuparse de completar y de intentar llevar a cabo los puntos de su programa. Una labor pionera, sin duda, cuyas recompensas solamente podrían disfrutarse, si es que en el largo plazo todo marcha bien. Aquellos acostumbrados a no dilatar las recompensas se les recomienda conformarse con alguno de los marcos de investigación vigentes, simbólico y conexionista. Si se conforman con el esquema conexionista podrían todavía mantener ciertas esperanzas respecto del mindware clarkiano, ya que en muchos pasajes Clark afirma que su propuesta es, en algún sentido que hasta ahora no me resulta lo suficientemente claro, una extensión que potenciaría una arquitectura conexionista. A estos últimos potenciales compradores, les recomiendo que frenen cualquier impulso a comprar hasta que los términos de la alianza que Clark establece con el conexionismo no estén plenamente aclarados.