domingo, julio 20, 2008

¿SON LAS CONDICIONES DE POSESIÓN DE UN CONCEPTO INEVITABLEMENTE EPISTÉMICAS?

Guido Vallejos
Centro de Estudios Cognitivos
Departamento de Filosofía
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile

Este trabajo tiene como tema central las condiciones de posesión de un concepto. La formulación de tales condiciones forma parte de lo que es filosóficamente deseable que figure en una respuesta a la pregunta: ¿Qué son los conceptos? Se intentará mostrar que el problema de la naturaleza de los conceptos es 1) un problema de carácter ontológico; 2) es un problema complejo, i.e., consta de más de un componente, y 3) que la formulación de las condiciones de posesión de un concepto es parte del problema de la naturaleza de su naturaleza que debiera, por lo menos, ser coherente con el resto de las condiciones.

El atomismo informacional de Fodor (1998) es una teoría que da respuesta coherente al menos a 1) y 2), pero al intentar dejar de lado una de sus consecuencias más desagradables, el nativismo radical, pone de manifiesto que las condiciones de posesión requieren de un mecanismo epistémico. Lo anterior introduce condiciones de posesión que violan 1). En consecuencia, habría que plantear, o bien que las condiciones de posesión son inevitablemente epistémicas, o bien que es necesario reformular una nueva salida al problema del innatismo radical.

Para comenzar debemos poner de manifiesto el carácter complejo del problema de la naturaleza de los conceptos, sobre la base de los requisitos de adecuación 1), 2) y 3). Brevemente, puede decirse respecto de 1), que parece natural abordar el problema de la naturaleza de los conceptos desde un punto de vista ontológico. Tal punto de vista pretende encontrar aquellos factores que son constitutivos y, por lo tanto, metafísicamente necesarios de los conceptos. En consecuencia, poner de manifiesto dichos aspectos no requiere apelar a factores de carácter epistémico, pues éstos dependen de una diversidad de mecanismos de acceso a, y de uso de, los conceptos y su contenido, que dado su diversidad y variabilidad, resultan contingentes y, por lo tanto, no constitutivos de los conceptos. Esto, que parece obvio para las condiciones de individuación de conceptos, no lo ha sido para muchas de las aproximaciones actuales -tanto empíricas como filosóficas a los conceptos-, puesto que en el momento de abordar las condiciones de individuación lo hacen determinándolas por una concepción semántica y del uso de los conceptos, tomando en cuenta para ello factores epistémicos. En efecto, tener un concepto es tener su significado y saber usarlo, de modo que parece más o menos evidente que la formulación de dichas condiciones requiere apelar a capacidades epistémicas. Sin embargo, las capacidades o mecanismos epistémicos por sí solos, al ser variables y contingentes, no podrían servir de fundamento para formular condiciones constitutivas de los conceptos.

Respecto de 2), cabría decir que el problema de la naturaleza de los conceptos requiere la formulación de al menos tres condiciones Condiciones de individuación de un concepto, es decir, responder a la pregunta: ¿qué es un concepto?; ii) Condiciones de individuación de las propiedades semánticas de un concepto, es decir, responder a la pregunta ¿qué propiedades hacen que un concepto exprese algo o tenga un significado?; y iii) Condiciones de posesión de un concepto, es decir, una respuesta a la pregunta: ¿qué es tener un concepto?

Por último, de acuerdo a 3) una concepción filosófica adecuada de la naturaleza de los conceptos debiera dar una respuesta coherente a las tres preguntas antes mencionadas o, al menos, una de la cual pueda extraerse una concepción que abarque i), ii) y iii) en términos coherentes. Aquí utilizo el término 'coherencia' para dar cuenta del requisito de que todas las condiciones pertenezcan al mismo nivel de aproximación, en este caso, ontológico.

Una teoría empírica de los conceptos en ciencia cognitiva, o bien presupone, o bien declara explícitamente su respuesta a estas tres preguntas. Tales respuestas constituyen, por decirlo de alguna manera, los fundamentos ontológicos que están explícitos o presupuestos en la teoría.

Las aproximaciones tradicionales de la filosofía parten por el orden establecido más arriba --i), ii) y iii)--, aunque puede decirse que en la mayoría de los casos, una formulación exhaustiva de i) podría dar cuenta coherentemente de ii) y iii). Más contemporáneamente, la tendencia es partir, o bien de ii) o bien de iii) y suponer, que esto tendría que llevarnos forzosamente a una concepción de i). Como se verá, el orden de las respuestas no es indiferente. Hay, como lo expresa Fodor (1998), un subtexto metafísico, no debidamente justificado, que determina este modo de jerarquizar el problema de la naturaleza de los conceptos.

En efecto, usualmente los filósofos o cientistas cognitivos contemporáneos dan preferencia a uno de estos tipos de condiciones [[1]], de modo tal que, según lo expresado en 3), pueden desprenderse las otras condiciones a partir de lo que se ha formulado en primera instancia.

Sin embargo, y quizás debido a los fructíferos debates que se han suscitado a partir de la tradición en investigación experimental, iniciada por Rosch (1978, en Margolis y Laurence, 1999), la tendencia en la reflexión acerca de la naturaleza de los conceptos es no dar cabida a su consideración ontológica. O bien, basar las afirmaciones ontológicas en premisas epistémicas. En otras palabras, se intenta fundar consideraciones acerca de cómo son las cosas en premisas respecto de cómo podemos, si es que podemos, conocer esas cosas, o de qué capacidades o mecanismos epistémicos confiables depende su conocimiento.

Hay muchos motivos, entre los filósofos y los cientistas cognitivos, que han contribuido a este modo de considerar el problema, estos últimos algunas veces influidos por los primeros, pero no es relevante examinarlos aquí. No obstante, como antecedente del análisis ontológico que aquí se expone, vale la pena consignar la reflexión semántica de Kripke y el proyecto de Putnam (1975). Aun cuando podría decirse, como algunos de hecho argumentan, que las condiciones de posesión, aplicables a los términos de especie natural, y no a los conceptos, se formulan en términos epistémico-descriptivos; el acto bautismal de Kripke (1972) que da origen a la concepción causal del significado, y la dependencia del ground del significado de dichos términos respecto de los actos epistémicos de los expertos en Putnam.

Sin embargo, tales análisis no solamente ponen de manifiesto la relevancia del punto de vista ontológico, al menos en la individuación de propiedades semánticas, sino que también, y paradojalmente, exhiben el defecto de apelar, en definitiva, a algún tipo de dispositivo epistémico para dar cuenta de las condiciones de posesión. La cuestión central para los efectos de esta exposición es ¿de qué manera puede ponerse de manifiesto la naturaleza de las cosas, incluidos los conceptos, si no se considera una reflexión metafísica y ontológica que regule la posibilidad y la necesidad de las condiciones constitutivas de las propiedades abstractas, que las teorías en ciencia cognitiva ponen en las relaciones causales que subyacen a sus generalizaciones?

A continuación, intentaré mostrar que las jerarquizaciones contemporáneas de las condiciones cuya satisfacción daría cuenta de la naturaleza de los conceptos, y que siguen órdenes alternativos, dejan supuestos metafísicos sin aclarar ni justificar. Para ello seguiré el orden clásico, desde i) a iii), haciendo ver en cada caso cómo algunas de las teorías contemporáneas, filosóficas o provenientes de la ciencia cognitiva, introducen supuestos metafísicos no especificados, los que no son justificados debidamente. Estos problemas podrían visualizarse mejor si se diseñara una suerte de mapa o guía de las modalidades que se asumen contemporáneamente para formular los tres tipos de condiciones, --i), ii) y iii)-- y señalar en la descripción de ese mapa de qué manera, las distintas posiciones caracterizadas en esta geografía, caen en serias dificultades al priorizar o bien una concepción epistémica de la semántica o bien una concepción epistémica de las condiciones de posesión.

Este mapa debiera iniciarse configurando las vías disponibles para la formulación de las condiciones de individuación. Por medio de este seria posible visualizar de antemano los caminos inconducentes. Dichos caminos adquieren tal carácter puesto que priorizan las condiciones de individuación semántica y las condiciones de posesión, por sobre las condiciones de individuación de conceptos, a partir de premisas epistémicas. Una consideración critica de la visión clásica de los conceptos [[2]], de las teorías de prototipos y ejemplares [[3]], y de la teoría-teoría [[4]], permitiría concluir que las condiciones de individuación pueden formularse en términos no epistémicos, siendo innecesario apelar a una semántica y acondiciones de posesión de carácter epistémico. Esto proporcionaría un argumento en favor de la plausibilidad del Atomismo Informacional (AI). En lo que sigue, examinare más brevemente las vías propuestas para las condiciones de individuación semánticas y de posesión, ii) y iii).

Respecto de las primeras, el análisis podría seguir un camino similar al de las condiciones de individuación de un concepto, concluyéndose que el AI consigue formular condiciones de individuación de propiedades semántica, separando las determinaciones epistémicas provenientes de alguna versión de la semántica del rol conceptual. En relación a las condiciones de posesión, es posible contraponer la propuesta más acabada de la naturaleza de los conceptos, determinada por la condición de posesión de Peacocke (1992), con el AI. De este análisis puede concluirse que el AI de Fodor no mantiene la pureza ontológica de su análisis, en lo que respecta a sus condiciones de posesión.

Para Fodor poseer un concepto es tener pensamientos acerca de la propiedad que este expresa. De acuerdo a esto los mecanismos epistémicos no cumplen ningún rol esencial en la formulación de dichas condiciones de posesión. Sin embargo, para evitar la objeción de nativismo radical, introduce un dispositivo epistémico en virtud el cual es posible el anclaje (locking) entre el concepto y la propiedad, tal como lo afirma la semántica informacional. En el caso de los conceptos artefactuales --PICAPORTE, SILLA, etc.-- el dispositivo mediador es el sensorium innato, y en el caso de los conceptos de especie natural los dispositivos son las teorías más la administración de los recursos cognitivos construyendo ambientes experimentales. En el primer caso, el mecanismo no es cognitivo, lo que evitaría un planteamiento circular; en el segundo, los científicos en su intento de captar las propiedades esenciales referidas por sus conceptos, trascendiendo las apariencias sensoriales, recurren a la constitución de ambientes experimentales con el objeto de inducir a otros a la creencia de que una determinada ley es el caso.

Elaborando sobre las consideraciones de Recanati (2002), postulo que el AI de Fodor se articula sobre la base de un constreñimiento ontológico. Expresado este en términos negativo, estipula que hay que dejar de lado cualquier determinación epistémica, no solo para formular las condiciones de posesión, sino también las otras dos condiciones involucradas en el tratamiento de la naturaleza de los conceptos. El problema que surge es hasta qué punto este constreñimiento es satisfecho por las condiciones de posesión en el AI. Si el constreñimiento no es respetado, entonces o bien las condiciones de posesión son inevitablemente epistémicas, en cuyo caso quedan fuera de los márgenes de la ontología, como aparentemente sucede en Putnam, o bien hay que replantear la formulación de las condiciones de posesión, evitando la dependencia del locking de dispositivos intermediarios, y en este caso puede prescindirse de las condiciones de posesión en una ontología de los conceptos. Se hace necesario evaluar las posibilidades que el AI tiene para salir de los cuernos del dilema que he formulado.


REFERENCIAS

Carey, S. 1991/1999. Knowledge acquisition: Enrichment or conceptual change?. En S.
Carey y R. Gelman (eds.). The epigenesis of mind. Hillsdale, NJ: Laurence Erlbaum. Reimpreso en Margolis y Laurence 1999.

Fodor, J.A. 1998. Concepts: Where cognitive science went wrong. Oxford: Oxford University Press. (Hay traducción al español en Gedisa)

Fodor, J.A., M. Garrett, E. Walker y C. Parkes.1980/1999. Against definitions. Cognition, 8. Hay una versión abreviada en Margolis y Laurence 1999.

Kripke, S. 1972. Naming and necessity. Cambridge: MA: Harvard University Press. (Hay traducción al español en UNAM)

Lamberts, K. y D. Shanks (eds) 1997. Knowledge, Concepts, and categories. Cambridge, MA: MIT Press.

Margolis, E. y S. Laurence (eds.). 1999. Concepts: Core Readings. Cambridge, MA: MIT Press.

Murphy, G. 2002. The big book of concepts. Cambridge, MA: MIT Press.

Murphy, G.L. y D. Medin. 1985. The role of theories in conceptual coherence. Psychological Review 92. También en Margolis y Laurence 1999

Putnam, H., 1975. The meaning of ‘meaning’. En: S. Guttenplan (ed.) Languaje, Mind and Knowledge, Minnesota Studies in the Philosophy of Science, VII, University of Minnesota Press.

Recanati, F. 2002. The Fodorian Fallacy. Analysis 62(4)

Rosch, E. 1978 [1999]. Principles of categorization. En Margolis y Laurence (eds.) 1999.

Smith, E. y D. Medin. 1981. Categories and concepts. Cambridge, MA: Harvard University Press.


[1] Cf. Murphy, 2002, los cinco artículos iniciales de la compilación de Lamberts y Shanks, 1997, y el capítulo 1 de Laurence y Margolis, 1999.
[2] Cf. Murphy, 2002; Smith y Medin, 1981; Laurence y Margolis, 1999; y Fodor et al., 1980/1999.
[3] Murphy, 2002; Smith y Medin, 1981; Lamberts y Shanks, 1997
[4] Murphy, 2002; Murphy y Medin, 1985/1999; Carey 1991/1999


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